- Área: 11300 m²
- Año: 2016
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Fotografías:Alejandro Arango Escobar
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Proveedores: Argos, Etex Colombia, Hunter Douglas, Vitelsa, Solinoff, CMA INGENIERIA & CONSTRUCCIÓN, Industrial Conconcreto, Lamitech, Mitsubishi Electric, Ventanar
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Pontificia Universidad Javeriana desde el planteamiento del concurso quería un edificio que integrara su campus con la ciudad, que funcionara como acceso y que ofreciera una nueva cara sobre la Carrera Séptima, arteria vital de la ciudad de Bogotá, Colombia.
El volumen del edificio ya estaba insinuado en el plan maestro existente, pero repetía la misma condición negativa de todos los edificios perimetrales del Campus al ejercer como una barrera impermeable. Por otra parte, se respetaba una glorieta vehicular en el costado sur que debía funcionar como un descampado car lobby.
La primera actuación que hacía caso omiso de las bases del concurso era anular ésta rotonda extendiendo el lote del edificio hasta la calle 40; al hacer esto, el car lobby se involucraba en el primer nivel del Edificio de manera alargada y con áreas escampadas para cumplir a cabalidad su función anfitriona. La segunda operación, fue fragmentar el cuerpo del volumen en tres componentes programáticos para dar cabida a dos grietas que permitirían dar paso a las perspectivas vinculantes entre la Ciudad, el Campus y los Cerros. La tercera premisa, fue ensanchar el andén generando un deambulatorio vestibular para que pudiera acoger a toda la ciudadanía y a los estudiantes. Un espacio generoso de doble altura que presenta oquedades y que hace del paramento un elemento permeable al paso y a las visuales, permitiendo así el ingreso de luz natural al sótano. La cuarta propuesta fue generar un espacio cívico con cafés en el quinto nivel, una condición pensada para reproducir a futuro en todo el campus para poder compensar la reducción sistemática del espacio cívico por el crecimiento acelerado de la Institución.
Los espacios cívicos de convivencia y estudio en diferentes niveles fueron pensados como respuesta a un campus que se desarrolla en una fuerte ladera, el pie de monte de los Cerros Orientales de Bogotá.
Para darle vida al andén de la Carrera Séptima, los primeros cuatro niveles presentan superficies vidriadas, sin embargo, los últimos cuatro se cerraron completamente para proteger los salones y oficinas administrativas del ruido de esta concurrida avenida y del fuerte poniente. La fachada por el costado oriental por el contrario, se acristaló completamente para gozar de las visuales hacia el campus de la Universidad y los Cerros.
La textura maderable pixelada que presenta el volumen superior se planteó para negociar con toda la gama de materiales del sector y relacionarse con la masa arbórea predominante. Los dos volúmenes principales se desfasaron hacia el norte y hacia el sur para generar en la esquina de la calle 40 un marco de escala urbana que enmarca los Cerros y genera un importante acceso peatonal y vehicular, mientras que hacia el costado norte genera una grieta que permite la integración visual desde el Campus a la ciudad y viceversa.